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AL CÉSAR, LO QUE ES DEL CÉSAR … Y AL CORONEL PUYOU, LO QUE ES DEL CORONEL PUYOU por Ramón Freire Gálvez

AL CÉSAR, LO QUE ES DEL CÉSAR … Y AL CORONEL PUYOU, LO QUE ES DEL CORONEL PUYOU por Ramón Freire Gálvez
agosto 13
10:35 2013
Ramón Freire

Ramón Freire

El Ayuntamiento de Écija, por acuerdo de 14 de Diciembre de 1896, rotuló la antigua calle Fama con el nombre de calle Coronel Puyou, en cuya calle había vivido y fallecido, uno de los ecijanos que, en la rama militar, había dado gloria a la Ciudad que le vio nacer.

Pues bien, el Consistorio astigitano, en 28 de Junio de 1993, cerca de 97 años después, alegándose petición de un grupo de ciudadanos y vecinos de dicha calle (lo que no pongo en duda, pero si me permitirán que lo ponga en solfa, por la posible ignorancia que tenemos sobre el conocimiento de los hijos ilustres de Écija), a dicha calle, de un plumazo, se le quitó el nombre de dicho militar y se consignó el de Virgen de la Piedad, titular de la Hermandad y cofradía del mismo nombre, con sede en el convento de la Merced, iglesia conventual, que si bien se encuentra cercana a dicha calle, no es menos cierto que está más lejos de otras adyacentes y próximas al mencionado convento.

Quede claro, desde el primer momento, que nada tengo en contra de dicha Hermandad, más al contrario, como cofrade y cristiano comprometido, soy asiduo colaborador de ella y de todas las que en nuestra Ciudad se encuentran ubicadas y no tengo por qué demostrarlo, porque demostrado está sobradamente.

Pero si se podría haber dado una solución intermedia, que todavía tiene reparación, cual podría ser, haber dejado la calle con el nombre de Coronel Puyou (como estaba), hasta el cruce que hace la misma con calle Mármoles y Olivares, y de aquí en adelante, hasta la de Estepa, haber añadido a la que lleva por nombre Arco de Belén, el nombre de Virgen de la Piedad, quedando esta como Arco de Belén y Virgen de la Piedad, con ello mataríamos varios pájaros del mismo tiro, seguiríamos honrando al Coronel Puyou con su calle y alabaríamos a dos Vírgenes con mucha devoción en Écija, la Virgen de Belén y la de la Piedad, solución que creo a nadie disgustaría. Igualmente tengo que aclarar, que no es esta mi primera reivindicación en tal restitución, pero como no ha sido atendida, aprovecho este blog, para evitar la prescripción de mi petición.

Claro está, que para ello y, en evitación de futuros errores para con otros ecijanos, se hace necesario conocer la vida de nuestros ilustres y preclaros hijos, por eso que me permita, a grandes o pequeños rasgos, como el lector prefiera, recordar la biografía del heroico militar a que me refiero en esta pública reivindicación para con el callejero astigitano.

MANUEL PUYOU Y DAVILA

Nació en Écija a las once treinta de la noche del día 19 de Diciembre de 1846, en la casa número 7 de la calle Merinos, siendo bautizado al día siguiente, 20 de Diciembre, en la Parroquia Mayor de Santa Cruz, por el cura José García Padilla, imponiéndole los nombres de Manuel Cayetano Ramón del Socorro, hijo de José Pullot Martínez y Josefa Dávila Portocarrero, siendo sus padrinos Mariano Bazán y Josefa Dávila (Libro de Bautismos 76, página 152, Parroquia Mayor de Santa Cruz).

A pesar de que en su inscripción bautismal aparece su apellido como Pullot, con posterioridad, fue escrito el mismo como Puyou. Falleció en Écija, a los 39 años de edad, de estado soltero, siendo Coronel del Ejército, domiciliado en calle Fama número 3, a las cuatro de la tarde del día 15 de septiembre de 1887, a consecuencia de “agudización de una prostatitis crónica y cistitis aguda”, falleciendo sin haber otorgado disposición testamentaria alguna ( Registro Civil Écija, Tomo 41, página 322, Defunciones).

Yo cuando publiqué mi libro titulado: Ecijanos en Andalucía, España y el Mundo”, ya recogí a este ilustre paisano, vuelto a insistir en ello para el que no haya tenido la oportunidad de conocerlos.

Sus primeros datos biográficos aparecen en el Bosquejo Histórico de la ciudad de Écija, de Tamariz Martel, pero para que nadie pueda tacharnos de localistas, no sólo a mí, sino también a quien o quienes, desde Écija,  escribieron sobre él, en el siglo XIX, entendí necesario recoger su vida y obras, de otras publicaciones en el ámbito nacional y de ellas, aporto lo que sigue:

La Ilustración Española y Americana. 22 de Mayo de 1880:

“Don Manuel Puyou Dávila, Capitán de Infantería de Marina. El parte oficial producido por la primera autoridad de la isla de Cuba nos ha dado cuenta de la valerosa hazaña llevada a cabo en la Loma de la Doncella (Guantánamo) por el Coronel Teniente Coronel de Ejército, Capitán de Infantería de Marina, D. Manuel Puyou Dávila, combatiendo durante tres días contra los insurrectos al frente de una pequeña columna de 162 hombres, faltos de víveres, de municiones y hasta de agua con que aplacar la sed.

Deseosos de contribuir por nuestra parte al testimonio de admiración con que el país entero honra la brillante conducta del Coronel Puyou y de sus bizarros compañeros, muchos de los cuales han perdido la vida en el campo de batalla, nos hemos apresurado a solicitar de la apreciable familia del Sr. Puyou la fotografía que reproducimos en la página 325 del presente número. Don Manuel Puyou Dávila nació en 1846 en la rica ciudad de Écija (provincia de Sevilla).

Después de terminados sus estudios para la carrera de las armas, ingresó en el cuerpo de infantería de marina en el 1864, con el empleo de alférez, pasando luego y a petición propia al ejército de operaciones de la isla de Santo Domingo, del cual formó parte hasta la terminación de aquella campaña. De regreso a la península, y ya con el grado de teniente, marchó a Cuba al estallar la funesta insurrección de Yara, en clase de ayudante del brigadier Suances, con quien se halló en varios hechos de armas, entre ellos el reñido encuentro con las fuerzas del titulado general Pueyo, en el cual fue herido, confiriéndosele entonces el empleo de capitán. Encendida la guerra civil en las provincias del Norte, pidió y obtuvo ser destinado a uno de los cuerpos que operaban en aquel territorio, recibiendo como galardón de sus méritos los empleos de comandante de ejército en San Pedro Abanto, de teniente coronel en Cantavieja y de coronel al terminarse la campaña, además de varias honrosas condecoraciones por diversos hechos de armas.

Posteriormente, y por segunda vez, pasó a Cuba, donde prestó sus servicios como jefe de zona militar y, restituido a la patria, volvió a solicitar su traslación a aquella Antilla en el mes de Noviembre último, siendo nombrado a su llegada jefe de columna en el departamento de Guantánamo, en cuyo territorio tuvo lugar, a fines de Marzo último, la gloriosa resistencia que tan alto ha colocado su nombre. El Capitán General de la isla de Cuba ha ordenado se abra juicio contradictorio para otorgar la cruz laureada de San Fernando al coronel Puyou y al soldado del batallón de Isabel II Julián Cueva Ulloa, que habiéndose prestado voluntariamente a ir a Río Seco para dar aviso al jefe de las tropas allí acantonadas, de la precaria situación de la columna, no sólo cumplió su arriesgado cometido, sino que, llegado a su destino, reclamó municiones y raciones para sus camaradas y no pidió otros socorros aquel valiente. Al enaltecer, como es justo, la conducta de los bravos, no olvidemos dedicar un recuerdo a los héroes que han muerto por la integridad y la honra de la patria.”

Desde su infancia mostró su inclinación a las armas y en esta carrera ingresó en el cuerpo de infantería de Marina, con el empleo de subteniente, yendo por su propia iniciativa al ejército de operaciones de la isla de Santo Domingo, en cuyo punto estuvo hasta la terminación de la campaña. Vuelto a la península, hallóse en la acción de Alcolea, septiembre de 1868, a las órdenes del duque de la Torre, por quien le fue concedido el empleo de teniente; al siguiente año marchó otra vez a las Antillas y en Cuba se encontraba al estallar la insurrección de Yara, la que combatió como ayudante del brigadier Suances, con el que se halló en dieciséis hechos de armas, entre estos el reñido encuentro con las tropas del general Pueyo, en cuya acción fue herido, confiriéndosele entonces el empleo de capitán, la cruz roja de primera clase y otras condecoraciones. Venido nuevamente a España fue nombrado Jefe de la escuadra del Mediterráneo en la fragata Villa de Madrid; pero yendo rumbo a Cádiz se le sublevó la tripulación al llegar a aquellas aguas y por orden del Comité de salud pública, autoridad que había entonces en dicha plaza quedó detenida toda la oficialidad que mandaba aquella fuerza, siendo recluida primero en el castillo de San Sebastián y luego en el de Santa Catalina, donde se fraguó una contra revolución, que permitió a nuestro biografiado recuperar su libertad, su cargo y ser condecorado con la cruz del mérito naval. Encendida la guerra civil en las provincias del Norte consiguió ser destinado a uno de los cuerpos que operaban en aquel territorio, recibiendo, como justo galardón de sus méritos, los empleos de comandante en San Pedro Abanto,  teniente coronel en Cantavieja y coronal al terminarse la campaña, además de varias condecoraciones por diversos hechos de armas.

Pero cuál fue el hecho heroico de nuestro ilustre paisano. Así aparece recogido en las diversas bibliografías consultadas:

…Posteriormente y por segunda vez, pasó a Cuba, donde prestó servicios como jefe de zona militar para la que fue nombrado; restituido a la patria volvió a solicitar su traslación a aquella Antilla en Noviembre de 1879, siendo nombrado a su llegada jefe de columna en Guantánamo, en cuyo punto tuvo lugar a fines de 1880, la gloriosa resistencia que tan alto puso su nombre y por la que le fue concedida la cruz laureada de segunda clase de San Fernando.

Consistió este hecho en sostener durante cuatro días la retirada de la columna que mandaba, compuesta de 162 hombres, que era combatida por un número de enemigos tres veces mayor; ya en el último, la defensa quedó confiada a treinta y cinco hombres al mando del Sr. Puyou, mientras que los heridos y demás fuerza se ponían en salvamento. Fue una acción gloriosa, que le acreditó de heroísmo, así como de hábil estratégico y sobrada energía para dirigir las operaciones. Terminada la guerra y pacificada Cuba, volvió Puyou a España, no sólo para recoger los lauros a que se había hecho acreedor, si que también para procurar el restablecimiento de su salud, muy quebrantada a causa de las heridas que recibió en las cuarenta y tres acciones de guerra en que asistió durante más de veinte años que estuvo al servicio de la nación. El rey don Alfonso XII manifestó vivos deseos de conocer al valiente y esforzado jefe que a tanta altura había puesto su reputación, como militar y, en la entrevista que con este tuvo el rey, quiso premiarle cual se merecía, aparte de la recompensa que la nación le había otorgado. Pero Puyou no aceptó cargo honorífico alguno; solicitó y obtuvo el retiro y vino a vivir a su Écija natal, donde su muerte, acaecida el día 15 de septiembre de 1887, cortó una existencia en la que todo un pueblo veía no sólo la personificación de sus glorias, sino al hombre pundonoroso y valiente. El cuerpo de infantería de Marina al que perteneció, le dedicó una magnífica espada de honor que contenía la inscripción de: “El cuerpo de infantería de marina al heroísmo”.

La importancia de este militar ecijano, aparece recogida en Wikipedia, la enciclopedia libre, donde se hace una pequeña biografía del mismo, recogiendo de ella: … Se le otorgó la cruz laureada de San Fernando, junto a una pensión de 2.000 pesetas. En su honor existe un subgrupo táctico de la Infantería de Marina llamado Puyou Dávila.”

Asimismo en el Foro Militar General La Infantería de Marina Española, Afoces. Capitán de Corbeta,  publicado el día 1 de Abril de 2009, tratando sobre el tema: Glorias del Cuerpo de Infantería de Marina, se escribe sobre este militar ecijano: Capitán de Infantería de marina Manuel Puyou Dávila. Tal día como hoy, 1 de abril del año 1885 el B. O. del Cuerpo, publicaba la siguiente Real Orden: “Considerando que los hechos de armas realizados por el Coronel del Ejército, Capitán de Infantería de Marina, D. Manuel Puyou Dávila, en sus acciones contra los insurrectos de la Isla de Cuba, exceden en mucho a las acciones distinguidas que menciona la Real y Militar Orden de San Fernando, S. M. el Rey, al considerarlas con el calificativo de heroicas, ha tenido a bien concederle la Cruz de 2ª Clase de dicha Orden, con la pensión vitalicia de dos mil pesetas anuales, transferibles a la familia del agraciado.”

Uno de los episodios más brillantes de los batallones expedicionarios en Cuba es el del “Alto de la Doncella” (Vega Grande, Guantánamo) y el héroe de esta gloriosa jornada es el capitán del Cuerpo, teniente coronel honorario del Ejército, don Manuel Puyou Dávila. El jefe de la segunda media brigada de Guantánamo, el 28 de marzo de 1880, ordena que salga una fuerza, para hostigar una partida enemiga que se había avistado. El capitán Puyou Dávila va al frente de una columna compuesta por cinco oficiales y 162 hombres. El día 29 descubre la partida enemiga, en una altura casi inaccesible, y con gran decisión la ataca. Herido de gravedad y con 38 bajas decide retirarse al amparo de la oscuridad. Al amanecer del día siguiente recibe un fuerte ataque enemigo en un punto llamado “Alto de la Doncella”. El enemigo es tres veces superior en número. Poyou es herido, de nuevo, gravemente. Resiste el ataque todo el día 30 y la mañana del 31 y ante la imposibilidad de vencer se retira. Puede Puyou dar aviso, de su situación al mando, mediante un enlace que se presentó voluntario y logra pasar a través del fuego y líneas enemigas. El mismo día, Puyou, a pesar de sus gravísimas heridas -y rechazando las peticiones de capitulación- dirige la defensa manteniendo, en todo momento con su ejemplo, la moral de su fuerza, que contiene a un enemigo muy superior en número y retiene un punto crítico para las operaciones. Recibe como recompensas, además del grado de coronel del ejército, la Cruz Laureada de San Fernando que es regalada por sus compañeros junto con una espada de honor.

Igualmente está recogida su misión en la Historia de la Infantería de Marina donde por cierto, aparece, por error, con el nombre de Juan Puyou Dávila, pero tanto en Efemérides, como en la obra “Crónica de las promociones del Cuerpo de Infantería de Marina 1537 – 1990″, aparece con el de Manuel Puyou Dávila. La hazaña de este militar ecijano, aparece igualmente recogida en distintos foros y publicaciones, como en Tercios del Mar Océano, concretamente en Capítulo 4º, Un alud de reorganizaciones

Dice la reseña de la enciclopedia libre antes citada, que existe un subgrupo táctico de la Infantería de Marina llamado Puyou Dávila, pues bien, en una noticia del 25 de Agosto del año 2000, aparece: El subgrupo táctico “Ristori Granados” vuelve a casa: “…Tras cuatro meses de estancia en Bosnia i Herzegovina, el subgrupo táctico de la Infantería de Marina regresó abordo del   L-51 “Galicia” a la base naval de Rota (Cádiz), donde fue recibido por el AJEMA, Antonio Moreno Barberá, y el ALFLOT, Francisco Rapallo Comendador.

La agrupación, compuesta por 143 soldados, ha cumplido las tareas encomendadas, entre las que destaca la asistencia a desplazados y el trasladado de los refugiados de la zona. El subgrupo “Ristori Granados” fue precedido en esta misión por los grupos “Puyou Dávila“,Díaz de Herrera” y “Albacete Fuster“…”

Igualmente encontramos que el subgrupo táctico “Puyou Dávila” encuadrado en el FIMAR XII, estaba en Diciembre 1999/Abril 2000 al mando del Comandante Planels Palau.

Si usted querido lector, decide buscar algunos datos biográficos de este ecijano, en algunas publicaciones,  aunque siempre señalan como lugar de nacimiento Écija, erróneamente trastocan su apellido, pues en lugar de Puyou escriben Puyol, al tiempo que, en otras, señalan su lugar de defunción en la ciudad de La Habana (Cuba). Dichos errores, de los documentos aportados al principio del presente, quedan debidamente subsanados y autenticados. En definitiva, para gloria de nuestra Ciudad, nació y falleció en la misma, por lo que si se consiguiera la restitución de la calle, de la que nunca se le debió privar, los ecijanos, como yo, habríamos de darnos por satisfechos, pues no es otra cosa lo que pretendo.

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