Écija – El Portal Temático Cultural

Marzo 2018
Ramón Freire Gálvez

Somos muchos los aficionados taurinos ecijanos que, con añoranza, recordamos aquellas gloriosas tardes de toros en el astigitano ruedo de Pinichi y todavía quedan algunos, ya con las huellas de la senectud en rostro y cabellos, que cuentan con qué pasión se vivía la rivalidad taurina existente en Écija allá por los años 1950-70, hasta el extremo de que en la Revista de Feria Écija, año 1958, aparece un bello artículo que es el recupero como comienzo de este capítulo, como ejemplo de lo que suponía para Écija que sus toreros llevasen el nombre de nuestra ciudad por los ruedos taurinos españoles y americanos:

LA ECIJA TAURINA Y PASIONAL. No podía ausentarse de este suspiro literario nuestro. Con motivo de nuestra vieja feria septembrina, la pincelada local y por qué no pasional, en su aspecto más encendido y multitudinario, como es hoy en Écija, nuestra fiesta taurina.

Hemos pretendido en esto, aunar el triunfo presente, el valor demostrado, el arte sopesado y la promesa futura, de todo lo que en sí encierran los toreros de nuestra tierra.
Pero no ha sido esta labor fácil, por aquello de los inevitables tropiezos que toda tarea pasionista lleva consigo, pese a nuestra leal y sana manera de ser, apartada siempre de todo lo que no sea el cantar y el decir de nuestra grandeza, en cualquiera de sus aspectos.

El orden que vamos a seguir en esta breve corrida de tres toreros ecijanos, ha de ser con relación a los cánones de la fiesta, es decir, empezando por el de más antigüedad
profesional.

ARTE Y TRAGEDIA: JIMENEZ TORRES. La tragedia en el difícil arte de la tauromaquia, es el argumento para crear leyendas.

Pero cuando esta tragedia se hace realidad, el argumento se vive y la leyenda se siente, se ve, se comparte… Sí, se comparte con el que la lleva, con el que va marcado con ese vivir trágico, con ese que va marchando por una senda de gloria, que le corta, paso a paso, un destino sangriento.

(La fotografía que he dejado aportada, de mi archivo particular, es como indica la misma, del 22-9-1954, y en ella aparecen, de izquierda a derecha, Bartolomé Jiménez Torres, mi padre, Ramón Freire González conmigo en brazos y Patricio “El Chiflado”, después taxista de profesión en Écija).

Pese a ello, Jiménez Torres, ese torero de leyenda hecho realidad, se abre camino, una y otra vez, sin temor a un nuevo tropiezo; sin pensar que nuevos zarzales rasguen su piel joven, en su marcha hacia la gloria.

Pero es que la gloria le está jugando al escondite; la ve, la tiene a su alcance, se le esconde entre la zarza y en la zarza hay espinos. Cuando el valor se hace lema, las espinas no duelen… Sevilla, Madrid, Valladolid… y aún más cerca, Osuna ¿qué son para él estas espinas? Cuando aún resuenan en sus oídos los clamores de las plazas españolas y americanas, cuando en su hogar guarda con modestia los trofeos más preciados, esas espinas no duelen. ¡Qué van a doler si ese es el precio de su gloria!
Y este año, nuestra feria, al igual que otros años, trae a su seno a este torero de leyenda, a esta leyenda hecha realidad, que nos hace vivir siempre las más vivas páginas del arte trágico por excelencia.

EL TRIUNFADOR CONSTANTE: JAIME OSTOS. Somos leales a nuestra eterna y pública confesión de hacer y de decir de Écija y por Écija. Por ello, parte principalísima de esta misión periodística, es la de destacar, de manera clara, en las páginas taurinas de esta publicación, esas pinceladas triunfales y latentes, orgullo nuestro, que por todas las plazas de España va dejando el arte y el valor de Jaime Ostos, como base y puntal principalísimo de la fiesta, el que día a día pone y expone su pundonor y su vida joven al servicio de las horas táuricas, y con ello el nombre señero de nuestra amada patria chica.

Jaime, ya en la cumbre que soñó y consiguió por su maestría, por su proposición decidida de ser, es actualmente un constante pregón ecijano de nuestras más puras esencias paisanas.

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