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LA JUSTICIA, LA LEY Y LOS COCHINOS VIETNAMITAS por Francisco J.Fernández-Pro

LA JUSTICIA, LA LEY Y LOS COCHINOS VIETNAMITAS por Francisco J.Fernández-Pro
noviembre 04
10:58 2013
Francisco J. Fernández-Pro

Francisco J. Fernández-Pro

Hoy vengo fastidiado de mi paseo matutino. Esta mañana, mis hijos se habían llevado a pasear a “Chico” (mi perro) y, como iba sin él aproveché para adentrarme en el Parque de San Pablo y darle las vueltas que me aguantara el cuerpo.

Desde siempre me gustó pasear por este Parque. Toda mi niñez la viví en El Cerro y eso me hermana estrechamente con el Paseo del Río. Sin embargo, desde hace algún tiempo, como suelo pasear con mi perrillo, no puedo visitarlo porque, inexplicablemente, se le prohibió la entrada a cualquier perro, independientemente de su raza, tamaño o agresividad (primero sin cadena y después de cualquier forma que entrara) y, aunque “Chico” es un yorkshire que no sube un palmo del suelo, como peligro público que parece que es para la autoridad competente, tiene vetada su entrada a un lugar tan entrañable para mí.

Por eso hoy, domingo por la mañana, que no venía conmigo tamaña fiera, quise aprovechar para volver a pasear por el San Pablo. Más, cuál no sería mi sorpresa, cuando advertí que, a pesar de las prohibiciones, había en el Parque hasta siete perros –de distintas trazas, alturas y pelajes- retozando de un lado para otro, sin cadenas ni bozales, mezclándose con los paseantes y, con ellos, lo más sorprendente,… ¡un cerdo vietnamita campando a sus anchas!

En mi penúltimo artículo, en el que me refería al polémico fallo del Tribunal de Estrasburgo, mi Amigo Luis Candelas me apuntaba, en su comentario, la máxima de Cicerón Summa lex, summa injuria; que viene a decir que la aplicación de la ley al pie de la letra a veces puede convertirse en la mayor forma de injusticia.

La reflexión, entonces, no dejaba salida: la Razón –siempre objetiva- determina lo que es Justo y, para que la Justicia se cumpla por igual para todos y en todas partes (si no, no sería Justicia) el hombre debe ponerla en letras y, entonces, escribe la Ley.

Por tanto, esta trilogía Razón-Justicia-Ley es necesaria, pero está contaminada por la mano del hombre (por la imperfección del hombre) justo en el momento en el que hay que idear una forma para que lo que es justo pueda ponerse sobre blanco, en lo que llamamos Ley.

Pues bien, hoy -viendo el espectáculo del Parque San Pablo- regresé a mis reflexiones de hace dos artículos. La norma municipal, para un espacio público como el Parque San Pablo y para animales pequeños, la considero absolutamente rigurosa; sin embargo creo que, una vez dictada, debe ser cumplida por todos. Pero es tan curiosa la forma de saltársela en esta ocasión que he querido exponer el caso como paradigma de una evidencia: la Justicia debe servir siempre a la Razón, pero muchísimas veces la Razón resulta violentada por los defectos de redacción de la Ley.

Hoy, por ejemplo, habiendo siete dueños de canes que incumplían una norma, había otro -más listo que ninguno- que no la incumplía, porque lo que dejaba pacer y retozar a su antojo, entre niños y transeúntes, no era perro, sino cochino vietnamita… (el próximo día que tenga que dejar a mi perrillo en casa, me llevaré un burrito zamorano que está estudiando Ciencias Políticas)

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