Écija – El Portal Temático Cultural

EL CUENTO DE PEPE CÓMODO por Francisco J. Fernández-Pro

EL CUENTO DE PEPE CÓMODO por Francisco J. Fernández-Pro
septiembre 29
09:38 2016
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Pepe Cómodo era un hombre que no pensaba en nada. Tenía tantas cosas en la cabeza, que no podía pensar en nada. Pero no siempre había sido así: de niño había sido un prodigio o, al menos, eso dijeron los mayores cuando, a la edad de ocho años, se le ocurrió escribir una obra de teatro llena de faltas y de tachones, pero también de ocurrencias. Después, se dedicó a los cuentos… y, con sus ocurrencias y sus cuentos, Pepe Cómodo vivió una infancia feliz.

Había escrito sobre una rosa que nació en un país muy lejano donde todo era de metal y de plástico y nadie sabía nada de las flores; también sobre un sombrero que había perdido su cabeza por una pamela y que era amigo de un bastón y de una bufanda; y de una bicicleta que, aunque parezca mentira, se sabía el camino a la Felicidad; y de un árbol grande que, a la orilla de un río transparente, latía con el ritmo de los corazones grabados en su corteza.

Pepe Cómodo tenía una imaginación desbordante. Como era tan niño, su cerebro estaba tan vacío de realidades, que lo llenaba completamente de sueños y fantasías que iban y venían con la velocidad de la luz. Por eso, los demás, aunque lo miraban como a un bicho raro, sentían por él un cierto respeto. Sin embargo, con el tiempo, Pepe Cómodo fue cumpliendo años y, en vez de “prodigio”, comenzaron a llamarlo “iluso”; para, cumplido los veinte, pasar a ser un “Vago-quetepasaseldíaescribiendo”.

Cierto día, la gente le dijo a Pepe Cómodo que debía bajarse de las nubes para comenzar a producir. Zamarrearon su espíritu para que abriera los ojos al mundo que era, hasta que Pepe Cómodo dejó de soñar para ser un hombre normal. Llenó su cabeza de horarios y de números en rojo, de preguntas necesarias y de respuestas concretas, de miedos propios y de miserias ajenas, de estrecheces de autobuses, de prisas y gritos, de prisas y lágrimas, de prisas y ruidos, de prisas y semáforos, de prisas y ritos, de prisas y corbatas, de prisas… y, cuando vino a darse cuenta, su cabeza ya no tenía sitio para las fantasías, ni para lo imposible, ni para otra cosa que las cosas de la gente mayor y responsable; y así fue cómo, Pepe Cómodo acabó viviendo –como casi todo el mundo-, con un trabajo formal y sin soñar en nada.

Un día, ya viejo, Pepe Cómodo recordó su infancia, en la que fue tan feliz y quiso averiguar dónde se habían quedado sus ilusiones. Cogió un lápiz y un papel en blanco, se sentó delante de una mesa y cerró sus ojos. No veía nada. Pepe Cómodo quiso meterse dentro de su memoria y encontrar alguna pista; pero en su cabeza todo eran carreras de rebajas, promesas de políticos mentirosos y sabores rancios de McDonald’s. Estrujó su cerebro más y más, hasta un límite al que nunca había llegado; tanto que, de pronto, una lágrima resbaló lentamente por su mejilla hasta caer sobre el papel en blanco… ¡y entonces se produjo el milagro!: la humedad del agua salada dibujó sobre el papel, unos perfiles inconcretos que a Pepe Cómodo, por un instante, le parecieron -¡maravillosa visión!- los pétalos de aquella rosa antigua de un mundo de plástico que no conocía las flores y de donde se podía salir con un sombrero enamorado de una pamela y una bufanda amiga de un bastón, sobre una bicicleta que, aunque parezca mentira, se sabía el camino de la Felicidad… ese lugar donde había un árbol grande que, a la orilla de un río transparente, latía con el ritmo de los corazones grabados en su corteza…

… y así fue como Pepe Cómodo se quedó dormido -¡hermoso prodigio!- siendo un niño otra vez.

Día Mundial del Alzheimer, 22 de septiembre

facebooktwittergoogle_plusredditpinterestlinkedinmailby feather

About Author

Información

Información

0 Comentarios

No hay comentarios todavía.

Lo siento no hay comentarios todavía, pero puedes ser el primero en comentar este artículo.

Escribe un comentario

Escribe un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.
Los campos marcados son obligatorios *