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ANITA ORTEGA: LA REINA DE LA DEMOCRACIA por Francisco J. Fernández-Pro

ANITA ORTEGA: LA REINA DE LA DEMOCRACIA por Francisco J. Fernández-Pro
febrero 10
10:48 2014
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Julián Álvarez Pernía fue nuestro primer Alcalde democrático tras la restauración de la Democracia. Murió el 7 de octubre de 2003. Ayer, lo hizo la mujer que supo acompañarlo durante toda su vida al servicio de los ecijanos, Doña Ana Ortega.

Teniendo en cuenta el tiempo que les tocó vivir y lo que vivieron, me parece de absoluta justicia el homenaje de unas letras, porque gente como Julián y como Anita, fueron verdaderos luchadores, cuando luchar –aparte de una obligación- podía resultar un peligro verdaderamente físico.

Quizá fue esa lucha permanente que supieron mantener, la que forjó en ellos un espíritu indomable que, de vez en cuando, afloraba en los momentos más difíciles y, posiblemente, más oportunos -por necesarios- y que, para nosotros –la nueva generación de políticos de la Transición-, resultaba ejemplar y admirable.

Ejemplo de lo que digo, fue la anécdota que ocurrió en un Pleno celebrado en nuestro Ayuntamiento el mes de febrero del año 2006. A raíz de aquel suceso y, admirado por ese Espíritu justo, nítido, resuelto e inquebrantable de Anita, escribí un artículo titulado “La Reina de la Democracia”, que hoy –a modo de pequeñísimo y humilde homenaje- me permito rescatar parcialmente (que no hay necesidad para hacer sangre) del baúl de los recuerdos. Aquel artículo, decía así:

“Confieso que soy un demócrata convencido y, por tanto, no soy monárquico. No hay nada más ilógico en una Democracia –donde el poder emana del Pueblo- que una Monarquía (donde el poder se adquiere “por la gracia de Dios” que es quien, a priori, decide lo que debe salir por el canal del parto). Sin embargo, ayer ocurrió algo en el Pleno de nuestro Ayuntamiento, que me hizo cambiar de idea o, al menos, de perspectiva.

“El nuestro, es un alcaldecillo (…..) que no aguanta un solo gesto de disconformidad. Anoche, en el Pleno, demostró hasta donde es capaz de llegar en su despotismo y ordenó a la policía local que usara la fuerza contra una viuda que pedía justicia y un periodista que se ha convertido en su mosca cojonera (….) Al final, no se contentó con expulsar a quien le increpaba desde el dolor de su reciente viudedad y a quien servía de testigo y notario fiel del momento, sino que ordenó desalojar también a todos los ecijanos que asistían al Pleno, convirtiéndose, así, en el triste protagonista del primer desalojo de la verdadera Casa del Pueblo, que es nuestro Ayuntamiento.

“Pero aquí surgió la anécdota: mientras se permitía a todos los adláteres del Gobierno Municipal permanecer en los pasillos, echando a la calle a todos los demás ciudadanos sin contemplaciones, la policía local se encontró con el muro infranqueable de la dignidad de toda una Señora, doña Ana Ortega, viuda de nuestro primer Alcalde democrático, Julián Álvarez Pernía, y madre del último, Julián Álvarez Ortega.

“Ella había estado sentada al final de la sala, casi acurrucada en un rincón (pasando desapercibida, como casi siempre hizo), cuando la policía le pidió que saliera del Pleno o tendrían que echarla a la fuerza porque debían cumplir con su obligación. Anita respondió que cumplieran con su obligación, porque ella -como ciudadana- estaba dispuesta a hacer valer su derecho de permanecer allí.

“La policía local, entonces –con el respeto que impone a un “mandao” la dignidad de una persona que sabe defenderla-, le advirtió a la mujer, con cierta resignación: “Lo sentimos, pero hemos de proceder”. Anita les respondió, con una enorme serenidad y casi con su alegría de siempre: “Pues procedan, muchachos; que hace años mi marido y yo fuimos desalojados muchas veces de nuestra propia casa por los grises y por la guardia civil… y ya estoy acostumbrada a los tiranos”.

“Doy fe, que fue con un respeto inmenso, como aquellos municipales tomaron en volandas la silla en la que estaba sentada la Señora y la fueron sacando de la sala como si se tratara de una procesión. Fue entonces, cuando yo -mientras veía a Anita Ortega, siendo desalojada sobre aquél solio improvisado, sobre las cabezas de los presentes-, empecé a creer que la Democracia sí podía tener una Reina.”

Hoy, en la Iglesia de San Gil -en su Pueblo-, a las seis de la tarde, iré a darle el último adiós a esta mujer impresionante, luchadora incansable, casi imperceptible en su sencillez, pero que, con su enorme coraje y su dignidad, llegó a hacerme creer que hay formas de reinar en la Democracia.

Gracias, Anita.

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2 Comentarios

  1. Luis Candelas
    Luis Candelas febrero 10, 11:30

    Mi condolencia a sus familiares y amigos. Yo, junto con Luis Lucena, tuve el honor de compartir la realeza, el día de la cabalgata de Reyes, con el primer alcalde democrático de la nueva era. No olvidaré nunca el detalle. La gente grande también se va.

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    • Paco Fernández-Pro
      Paco Fernández-Pro febrero 10, 12:16

      Querido Amigo:
      Permíteme contradecirte en esta ocasión… La memoria colectiva es un arma poderosísima y, precisamente, lo bueno que tenéis la gente grande, es que nunca acabáis por marcharos.
      Un abrazo grande.

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