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MI CANDIDATO por Francisco J. Fernández-Pro Ledesma

MI CANDIDATO por Francisco J. Fernández-Pro Ledesma
mayo 15
09:12 2015
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Hace algunos años dediqué uno de mis artículos a un Alcalde que montó un verdadero batiburrillo en nuestro Ayuntamiento, parcheando una mayoría absoluta a base de retales minoritarios e incluyendo en el remiendo –porque si no, no le salían las cuentas- a un tránsfuga indeseable. En mis letras le pedía que, aunque hubiera utilizado las malas artes para conseguir el Poder, una vez conseguido, debía utilizar las buenas por aliviar un poco el desaguisado y que, al final, la maniobra pudiera resultar de algún provecho para los ciudadanos.

Le recomendaba que, ya que se acompañaba de chaqueteros, no se despistara y que tuviera en cuenta que el provecho de los que se arriman a la Política para servirse, nunca es el provecho del Pueblo; y que, aunque ya se había empeñado hasta las cejas, tuviera mucho cuidado con el reparto de tareas, pues los inútiles que sólo medran al cobijo de necesidades fraudulentas, no es gente a la que se le deba fiar grandes proyectos públicos.

En definitiva, quise advertirle que no pagara más de lo que debía a los que lo favorecieron; porque lo que él pagara de más, Écija lo tendría de menos.        

Pues bien, a pocos días de unas elecciones como aquellas, quisiera ser coherente con lo que entonces escribí y, en base a ello, me atrevo a proponerles reflexionar sobre las cualidades que deberían adornar a un buen Alcalde de Écija, comenzando por algo que aprendí tras mis muchos años en la Política: un torero, antes de matador debe ser novillero y, por tanto, la primera cualidad que sería deseable en un Candidato, podría ser el compromiso ya demostrado con el Pueblo (bien en asociaciones, instituciones o en el propio Ayuntamiento), porque inventarse un alcalde de la nada es como hacer aparecer un fantasma… y, al final, podemos encontrarnos con fantasmones.

Un buen alcalde debe ser valiente, pero prudente: saber agarrar a los toros por los cuernos sin dejarse cornear; tener la facultad de reconocer los errores cuando los comete y la sabiduría suficiente para aprender de ellos y no acomplejarse por cometerlos; tirar siempre “pálante” cuando su Pueblo lo demande y, si tropieza en el intento, levantarse y seguir la marcha sin excusas rebuscadas ni víctimas de ocasión. Tiene que tener la honradez de mirar de frente a los ciudadanos que lo eligieron y decirles la verdad.

Creo que un buen alcalde debe saber llegar y saber  marcharse: entrar en la Alcaldía ligero de equipaje y salir como llegó. Acompañarse con gente sabia o, al menos, honesta y dispuesta a entregarse en el servicio al Bien Común. Por lo mismo, debe evitar a los pícaros que intentan vivir de la Política.

Opino que un alcalde debe aplicar siempre la razón a su gestión y a sus actitudes. Ser dialogante, pero no débil. Saber ceder, pero no venderse. Escuchar las críticas y recelar de los aduladores…

Un Alcalde no debe pagar los favores que recibe defraudando el Bienestar de los ciudadanos; ni debe olvidar que su partido es sólo un instrumento de Servicio y que, por tanto, anteponer sus intereses a los del Pueblo al que tiene que servir, no sólo es inmoral, sino que atenta contra la ética más elemental de la Política.

Creo, en fin, que un buen Alcalde no nace, ni se inventa, ni se impone, sino que ha de hacerse con la dignidad de todos los días y, por ello, debe saber -pues a todos nos afecta- que esa dignidad está en ejercer la Justicia y la Razón, no sólo a la hora de servirnos con sus proyectos, sino también cuando le llegue el momento –que llega siempre- de hacerlo, imponiéndose y espantando a pícaros comeollas,  indeseables zampabollos e inútiles alcaldecillos de las sombras.

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4 Comentarios

  1. Manuel Martín Martín
    Manuel Martín Martín mayo 15, 19:06

    Querido Paco:
    De poco tiempo dispongo pero no me resisto a darte la enhorabuena una vez más por la perspicacia de tu enfoque y lo oportuno de ese artículo, tan necesario en este tiempo de charlatanes de Feria, sobre todo para quienes han olvidado que de la memoria surge la experiencia y, por tanto, el único paraíso del que no podrán expulsar al intelectual.
    Un fuerte abrazo y que la libertad sólo te haga esclavo de tus propios sentimiento.

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    • Paco Fernández-Pro
      Paco Fernández-Pro mayo 15, 20:26

      Querido Amigo Manuel, eso intento al menos, ya lo sabes… Como decía el Poeta:

      Al fin, nada os debo,
      me debéis lo que escribo,…

      (¡Vamos, como te pasa a ti, pero en chiquito!…)

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  2. JUBILADO
    JUBILADO mayo 16, 15:22

    Estimado D. Francisco, es como si estuviera usted retratando a nuestro ya desaparecido Fernando Martinez. En todo caso le faltaría el adjetivo de humilde.
    y al margen de rememorar sus errores y aciertos, teniendo en cuenta que en su legislatura estábamos casi en los albores de la democracia, y que todos estábamos algo crudos en esos lances, su honradez quedó fuera de dudas, pues no solo saló igual que entró, sino que hasta perdió su empleo. Un gran hombre.

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  3. Paco Fernández-Pro
    Paco Fernández-Pro mayo 17, 23:42

    Amigo JUBILADO:

    No sólo compartí Corporación Municipal con Fernando, sino que antes de nuestro paso por la Política, estuvimos juntos en el Orfeón Astigitano (además, en la misma cuerda).

    Un día, cuando ya compartíamos Ayuntamiento -él como Alcalde y yo como Portavoz del Grupo Mayoritario de la Oposición-, Fernando estaba medicándose para unos dolores. Supe -no recuerdo si por Cristóbal- que tenía que salir para inyectarse y lo llamé para decirle que no se preocupara, que yo iría a ponerle la inyección a la Alcaldía.
    Entré en su despacho, le inyecté la medicación y, cuando salía, alguien que entraba (no recuerdo si Barrios, Cívico o Martínez Calle) me preguntó por la razón de mi visita. Recuerdo la risa de Fernando, cuando respondí que habíamos tenido una reunión y acababa de hacer que el Alcalde se bajara los pantalones.

    También recuerdo, con cariño, el larguísimo viaje que junto a Paco Martínez Calle, hicimos a Barcelona en su Renault (no había dinero para muchas dietas) con motivo de la inauguración de la Casa de Écija en Cataluña.

    Tras su paso por la política, Fernando y yo mantuvimos la amistad y, cuando enfermó, no sólo seguí el curso de su dolencia, sino que incluso le apliqué algunos tratamientos y le realicé algunas pruebas complementarias.
    Fernando y yo siempre supimos priorizar en nuestra relación, mirarnos a los ojos de frente y sonreírnos sin acritud. Por eso, sobre cualquier otra cosa, nos consideramos Amigos…

    Por eso, le doy las gracias por recordármelo.

    Un abrazo.

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