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Fco. Fernández-Pro

Como lo prometido es deuda y a mí me gusta cumplir, sirva este artículo para hacerlo con quien firma sus intervenciones como SR. JUBILADO, una de las personas que –con sus agudos y acertados comentarios- más y mejor me ayudan a redondear estas sencillas reflexiones, casi a bote pronto, que cuelgo en Ciberécija.

En el artículo “RATONES Y LEONES (II): Los tontos”, colgado el 19 de julio, el Sr. Jubilado, me decía: “…le sugiero que un tercer artículo sobre “Leones y Ratones” lo dedique a analizar críticamente, la labor de la Sra. Díaz al frente de la Junta.
Al fin y al cabo es lo que interesa del personaje.”

A esta petición, yo respondía: “Le confieso que me resulta muy sugerente su propuesta y que, incluso, en varias ocasiones estuve a punto de intentar ese análisis, pero la verdad es que aún no me atreví porque, en principio, Susana Díaz me desconcertó un poco. Cuando comenzó su mandato, intuí que no estaba preparada para el cargo, pero después fui siguiéndola con cierta esperanza… Sin embargo, escuchando sus intervenciones y viendo, después, algunas de sus gestiones, hay cosas que, por desgracia, no me acaban de cuadrar. Buscaré los datos que me faltan y escribiré ese artículo que me pide (sus deseos y usted se merecen el esfuerzo…)”

Lógicamente, lo primero que debo advertir es que, en esta ocasión, la reflexión es menos y el “bote pronto” casi no es. Sin embargo, espero que sepan disculparme, pero si quiero responder debidamente al encargo, debo centrarme más en los datos y acotar un poco mi propia visión sobre los mismos.

Como decía, en un principio creí que Susana Díaz no estaba preparada para desempeñar el cargo de Presidente de Andalucía. Ni creía suficiente su pobrísimo currículum, ni su escasísima preparación fuera de los ámbitos domésticos pesoeístas. Menos confianza, aún, me trasladaba su extraño historial de escalada en el Partido.

Sin embargo, durante los primeros meses de su mandato, comenzó a mostrar una cara amable y a reconocer ciertos problemas que ya nadie ignoraba. Alentó mi ilusión, cuando pidió a UGT-A que devolviera 1,8 millones de euros que injustificados; y me gustó la campechanería con la que comenzó acercándose al Pueblo y a las Instituciones.

Pero, tras unos meses de tanteo, advertí que lo que daba con la izquierda lo quitaba con la otra mano, y que la campechanería, más que producto de su humildad, era consustancial a su condición de trianera de barrio. Por último, me desilusionó ver cómo, tras ser propuesta por los barones socialistas, trataba de evitar las primarias para la elección de la Secretaría General del PSOE y, tras fracasar su intentona de ser elegida por aclamación, reculaba y dejaba que se batieran otros, asegurando que no tenía favoritos –y lo tenía- y que no apoyaría a nadie en particular –y lo apoyó-… Ya lo decía en mi primer artículo de julio: es lista, porque es ratona y lo sabe.

Más entrando de lleno en su gestión, hay un sinfín de artículos para ilustrarnos y un montón de datos para hacer la reflexión que se me pide, pero por cuestiones de espacio, lo concretaré en algunos asuntos fundamentales, aunque me temo que, irremediablemente, este artículo resultará más extenso de lo habitual.

Para poder cumplir el Plan de Déficit Público, la consejera de Hacienda y Administración Pública, aseguró que no habría despidos y que Andalucía apostaría por “repartir trabajo y reducir salarios con criterios de productividad, para mantener el máximo empleo sin privatizar servicios públicos”. Sin embargo, la realidad –según los datos objetivos- ha sido bien distinta (justo lo contrario de lo que se dijo):

Mientras en otras Comunidades, las prioridades en los recortes se han dirigido a los privilegios de los políticos y al ajuste de las Administraciones Paralelas, en el Plan de Ajuste de la Junta, lo que se hizo fue recortar salarios, eliminar las pagas extras y reducir los días de asuntos propios y los adicionales de vacaciones por antigüedad. Al final, de todo, lo único que se podrá recuperar -para 2015- es la paga extraordinaria (aunque sin carácter retroactivo)

Pero incluso esto hubiese sido de recibo si, como se prometió, hubiera servido para evitar despidos; sin embargo, los datos señalan que se han destruido más de 18.000 empleos públicos, fundamentalmente –y esto es lo peor- en los Sectores de la Educación, la Sanidad, la Justicia y la Dependencia (el mayor número en la Docencia no universitaria, con 7.552.  En la Sanidad,  5.288. En el Área de Dependencia, 4.043. En Justicia, 1.134).

Otro tanto ocurrió con las condiciones laborales de los trabajadores de la Junta.  Se fomentaron las contrataciones al 75% de la jornada laboral y dejaron de cubrirse las sustituciones por vacaciones y bajas laborales, lo que representa un incremento en la jornada de los funcionarios y el consiguiente estrés laboral.

En cuanto al servicio a los ciudadanos andaluces, las consecuencias derivadas de esta gestión económica y laboral, nada más en el Sector de la Sanidad -que es el que mejor conozco-, se ha traducido en:

El cierre de más de 3.000 camas hospitalarias en verano. El cierre masivo,  por las tardes, de Centros de Salud (sólo abren 249 de los 1.514 existentes). La saturación de urgencias, provocada por estos cierres. El aumento de las listas de espera (según los últimos datos publicados, la componen cerca de 321.000 pacientes; de los que 95.752 esperan cirugía, 195.996 cita con el especialista y 28.964 pruebas diagnósticas).

Repercusiones negativas éstas que, lógica y paralelamente, también se han producido en todas las demás áreas señaladas (Educación, Dependencia, Justicia,…)

Más todo esto, sería también de recibo, si estas hubiesen sido las últimas medidas adoptadas –necesarias y heroicas- dentro de un plan de prioridades en la gestión económica de la Junta. Sin embargo, a diferencia de lo que ha ocurrido en la Administración General y en otras Comunidades, este descenso en el número de funcionarios, coincide con el aumento de la plantilla de la “Administración Paralela” (cuyos trabajadores no están sujetos a los principios de mérito y capacidad y, por tanto, se presta al clientelismo político) y que, según la Cámara de Cuentas, lo integran 188 empresas y 25 fundaciones. Esta Administración Paralela, en plena crisis, se ha incrementado en 3.372 nuevos empleados.

En otro orden de cosas, la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) y la Fiscalía Anticorrupción investigan un entramado sistemático y continuado en el tiempo, de desvío de fondos para formación de parados. La cuantía del fraude, según  fuentes policiales, puede alcanzar los 2.000 millones de euros…

Pues con todo este marrón, nuestra Presidente, Susana Díaz, no dice ni mú, ni está, ni se le espera; y, para rematar la faena, mientras que la Juez Alaya acusa a la Junta de Andalucía de NO JUSTIFICAR 950 MILLONES de euros en formación, y se detectan numerosas irregularidades en las Subvenciones que se concedieron a UGT a través del Plan Orienta, el Gobierno de Susana Díaz, para este año, le vuelve a conceder al Sindicato Socialista, otros 3,6 millones de euros con el mismo destino (¡¡¿¿ ¿?? !!)

Después de todo lo expuesto (que sólo es el brevísimo resumen de una parte mínima de lo que hay en las hemerotecas), ¿cómo hallo dudas razonables, para plantearme (con los criterios de confrontación tesis- antítesis) el análisis objetivo de una reflexión?… O, dicho de otra forma: Visto lo visto, ¿qué se puede pensar?

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