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LOS PAYASOS Y EL ÁNGEL DEL ANGELILLO por Francisco J. Fernández-Pro

LOS PAYASOS Y EL ÁNGEL DEL ANGELILLO por Francisco J. Fernández-Pro
junio 17
09:33 2015
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Dicen que en cualquier circo tiene que haber un payaso y, que lo más parecido a un circo es el Pleno de un Ayuntamiento donde toman posesión nuevos concejales. Por tanto, el pasado sábado, todo el mundo esperaba un circo y todos apostaban a que el papel del payaso lo protagonizaría el Angelillo, portavoz y único representante de Fuerza Ecijana (FA) en la Corporación.

El Pleno me cogió de viaje y no pude verlo en directo. Después, muchos me dijeron que se había cumplido el guión y que el Angelillo dio el espectáculo. Pero confieso que tuve la paciencia de tragármelo en diferido dos veces seguidas y que aprecié algo bien distinto a lo que me dijeron.

Conozco personalmente a muchos de los que el sábado tomaron posesión como concejales de nuestro Ayuntamiento. Respecto a los cabezas de lista, he cambiado impresiones tanto con David, como con Ricardo, con Mónica o con Pablo (a Delis lo conozco menos, pero ya lo vi actuar en otra Legislatura); y, en cuanto al Angelillo, siempre me pareció un tío de una pieza, quizá sin muchas letras en su currículum, pero con el valor añadido de un corazón de quijote que no le cabe en el pecho; y eso, para mí, siempre ha sido una garantía complementaria.

Como decía, el circo estaba montado como otras veces y me pareció que muchos actuaron como era previsible. Unos juraron y otros prometieron; unos supieron honrar la lengua y no caer en la superchería del hembrismo y otros -incluyendo a la propia Secretaria General del Ayuntamiento- siguieron reventando el idioma con los ciudadanosyciudadanas, ecijanosyecijanas y, sobre todo, con lo de concejala (¿nadie se da cuenta que, violentando así el género –que NO el sexo-, condenan al varón a prometer como concejalo?)

Hubo otros que prometieron por imperativolegal o añadiendo no sé qué monserga de una Constitución que no está al servicio de los ciudadanos cuando, precisamente, juraban el cargo porque esa deplorable Constitución, no sólo permite el voto libre de todos y la libertad para que cualquiera pueda ser elegido; sino que, además, brinda la posibilidad para que –una vez elegido-, en la misma toma de posesión, el que lo desee pueda cometer la estulticia de cagarse en la misma Constitución que ampara sus derechos y libertades.

Pues, aunque parezca mentira, hay que anotar que casi todos los que actuaron de esta guisa, era gente estudiada (maestros, profesores, abogados,…); algunos, casi seguro que hasta se han leído la Constitución;  y no dudo que incluso habrá quien conozca lo que son los nombres, los pronombres, los adverbios y los géneros. Más, siendo así, supongo que si actuaron como lo hicieron, fue porque tenían que dar el numerito.

Por otro lado, el Angelillo –como él mismo confesó-, sólo es un peón caminero de la Diputación que apenas tiene estudios, porque las circunstancias de la vida no se lo permitieron y, por tanto, no es de extrañar que le cueste dios y ayuda la sintaxis y no digamos nada de la prosodia (la prosodia, ni la huele)… Sin embargo, el Angelillo es un hombre que siempre me causó un profundo respeto por sus convicciones, por su constancia, por su incansable lucha, por su verdad.  Tanto es así que, quizá, tendríamos que analizar hasta qué punto esas cualidades son también el origen de sus males: pues a un hombre que siempre anda con el corazón abierto, es muy fácil apicholarlo (más aún si no está tan preparado ni tan avisado como otros)

De todas formas –y, aunque independientemente de sus siglas, prefiero quedarme con la honestidad de los nuevos concejales que conozco y de los que me fío-, he de confesar que, en principio, ha sido al Angelillo al que le he apreciado mayor honestidad; quizá, porque otros –hipotéticamente con mayor preparación académica que él- abusaron demasiado de la pose estudiada, de las palabras aprendidas y de un exceso de términos preconcebidos, mientras él se dejó de paripé y dijo, exactamente, lo que suele decir y como siempre lo dice… y digo yo que, en un circo, cuando hay tanta gente haciendo payasadas, resulta jodido adivinar quién es, realmente, el payaso.

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