Écija – El Portal Temático Cultural

Francisco J. Fernández-Pro

El gran problema endémico del Andalucismo son los andalucistas.

Los andalucistas son idealistas (quizá los penúltimos idealistas que quedan en la política) y, como idealistas, son apasionados y defienden sus ideas a ultranza. El problema es que sus dirigentes suelen confundir con frecuencia las ideas del colectivo al que pertenecen con sus propias opiniones individuales y acaban defendiendo esas opiniones, incluso por encima de lo que estipulan las mayorías… y ahí radica el problema: muchos andalucistas discuten acaloradamente sus posiciones, las defienden con denuedo, no convencen a la mayoría, pierden cuando se votan sus propuestas… y siguen discutiendo.

Es cierto que en lo que le está pasando al Andalucismo (tanto a nivel local, como provincial y nacional), han jugado históricamente un papel determinante otros factores indeseables, sobre todo los intereses personales creados y los que otros partidos andan alentando para debilitar, aún más, a la única fuerza política progresista y autóctona de nuestra tierra; pero, básicamente, el caldo de cultivo en el que nace la discordia interna, es el inconformismo de aquellos que siempre decidieron en torno a un café y nunca aprendieron a contar con la mayoría.

Hoy, cuando el panorama político, pinta como pinta, se impone una reflexión muy seria de todos los sectores Andalucistas; y, para ello, lo primero que hay que hacer, es llamarle al pan, pan; y si lo que quiere el Andalucismo es un colectivo verdaderamente fuerte, los dirigentes andalucistas deben marcharse o reciclarse profundamente, hasta tener como norma básica de conducta el máximo respeto por las bases, porque las bases siempre resultan ser la mayoría.

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