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EL MIEDO DE LA DEMOCRACIA por Francisco J. Fernández-Pro

EL MIEDO DE LA DEMOCRACIA por Francisco J. Fernández-Pro
julio 02
14:02 2016
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Hace muchos años –a finales de los setenta- me propusieron, por primera vez, la lucha Política. Por aquel entonces, casi todos los jóvenes éramos vírgenes en estos asuntos, pero teníamos claro dos cosas: que había que aprender de los que ya llevaban años luchando y que había que arrimar el hombro para salir adelante, codo con codo, con otra gente de muy distintas tendencias; porque, lo que realmente importaba, era consolidar definitivamente en nuestro país un Sistema Democrático que funcionara.

Aprendimos, así, que una Democracia tiene que construirse entre todos, cediendo muchas veces y anteponiendo el bien general al propio. También, que el derecho más sagrado del hombre –junto al de la Vida- es el de la Libertad y que, por eso, la Democracia no sólo debía construirse desde la libertad individual de cada ciudadano, sino que lo primero a lo que estaba obligada, era a garantizarla. Una Libertad que se podía materializar en un Voto que nos daba el derecho a elegir a nuestros gobernantes y la forma en que queríamos que nos gobernaran. El Voto, entonces, no sólo se convirtió en objetivo prioritario, sino en el instrumento fundamental de este Sistema que otorgaba el verdadero Poder a los ciudadanos, a través de esa elección libre y personal.

Más aquella lucha de entonces (del verbo “luchar de verdad”) nos enseñó, también, que todos los derechos ciudadanos llevan aparejada una obligación; y que el voto que emitíamos, nos obligaba a respetar la decisión mayoritaria de las urnas. Este derecho y esta obligación son, a la postre, los pilares básicos de nuestra Democracia y garantizan la Libertad individual de cada ciudadano y el respeto que nos debemos.

Hago repaso de todo esto, porque tras el batacazo electoral de Podemos del pasado domingo, las caretas del disimulo han caído y, como vengo advirtiendo desde hace meses, esta gente es lo que es y, por desgracia, no es ninguna otra cosa. El fascismo encubierto ha estallado como un petardo, comenzando con los disturbios que algunos de sus satélites ocasionaron la misma noche electoral y siguiendo, después, con un montón de descalificaciones que nos llueven por todas partes y no cesan.

Al calificativo de “gilipollas” con el que Pablo Iglesias definiera a los votantes del PP en 2012 y que abrió la veda, iniciando las escaramuzas dialécticas, han pasado a las lindezas que ahora se les ocurren a sus partidarios y que van desde “putos fachas de mierda” (por votar una opción distinta) a recomendaciones gerontofóbicas como la de “matad a vuestros abuelos” (por sospechar que su derrota se debió al voto de nuestros mayores).

Algunos de ellos, menos violentos y más pseudointelectuales, apelan al monopolio de la ética y la sabiduría. Risto Mejide le confiesa al votante de derechas: “me da vergüenza tu voto” (como si la libertad de cada cual no tuviera su propia conciencia y su vergüenza y él estuviera dispuesto a cargar con la culpa de los millones de españoles que votaron al PP). Mientras, la líder podemita, Mónica Oltra, acusa a estos votantes de “amparar a presuntos delincuentes” y José Julio Rodríguez -el general de Podemos- sentencia que “los votantes del PP no tienen ética”; y ya, en el colmo del dislate más esperpéntico, un actor venido a menos, hasta intenta sembrar la duda sobre un posible pucherazo (por lo que se ve el hombre no entiende que, legítimamente, se puede perder),… y, así, hasta el infinito de la inquina, la sinrazón y la fobia hacia todos los demás.

Visto el espectáculo que nos están dando, creo que lo único en lo que han acertado los líderes podemitas que se manifestaron de esta forma y sus adláteres, es que muchos de nosotros hemos renunciado a votarlos por puro miedo: ¡sí, señor!… miedo al retorno del fascismo.

Pero compréndanlo: después de luchar tantos años por una Democracia en la que todos pudiéramos votar libremente y ser respetados por nuestras ideas, es lógico nuestro temor cuando somos violentados e insultados por ejercer nuestra libertad y votar cualquier opción distinta a la que ellos quieren que votemos.

¿Comprenden ahora este miedo? Es que la cosa es para echarse a temblar (y digo temblar, porque soy hombre orondo y las piernas no me responden para salir corriendo).

 

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2 Comentarios

  1. Luis Candelas
    Luis Candelas julio 06, 07:33

    Vaya por delante que estoy plenamente de acuerdo con ese gran cínico (otro al que admiro por su sinceridad -no por su mensaje- es al anciano H. Kissinger) que fue W. Churchill cuando señalaba que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Pero dicho esto me niego a sacralizar sin más lo que para mí no es sino una forma civilizada de lograr que las minorías sigan gobernando a las mayorías haciéndoles creer que en realidad gobiernan éstas. Digo esto en este momento porque no olvido que la figura de Pablo Iglesias fue lanzada al estrellato (como lo fue en su día la de Felipe González) por el propio sistema en un movimiento de catarsis necesaria. ¿No fue José Manuel Lara, que controlaba al mismo tiempo La Sexta TV y el diario La Razón (su contrario ideológico) el que potenció la figura del personaje en cuestión, que servía para encauzar el movimiento del 15-M, que hubo de ser consentido como forma de aliviar la tensión existente? Mi fe existe, pero no es absoluta.

    Acabo de leer un artículo de Pedro Bustamante, un arquitecto también de poca fe, del que entresaco un párrafo para concluir:

    “En caso de crisis democrática y de legitimidad del sistema, que en definitiva se reduce a una crisis del mito y del ritual democráticos, el sistema apoya partidos de corte más populista o más radical que amortigüen estas crisis de manera que todo siga igual. Para ello estos partidos de nuevo cuño deben recuperar los movimientos de base auténticos que los constituyen, pero al mismo tiempo sus cúpulas deben estar controladas e infiltradas por el poder real. De esta manera estos partidos aparentemente “radicales”, “antisistema”, “ultras”, amortiguan estas crisis. Funcionan como los pasatiempos de los periódicos: mantienen a los sectores más críticos con el sistema esperanzados o entretenidos con asuntos políticos superficiales que no afectan al poder real y a menudo lo benefician. Mantienen a sus seguidores alejados de los temas que verdaderamente supondrían una transformación del sistema”.

    Quien lo desee puede verlo completo en http://deliriousheterotopias.blogspot.com.es/2016/07/la-democracia-es-un-mito-las-elecciones.html

    Saludos, hermano Paco. Hay cosas que es mejor que las hagan los ‘defensores del pueblo’. El contrato basura en España lo trajo González, y en Grecia ha sido Tsipras quien se ha encargado de bajar las pensiones. No hay más cera que la que arde. Pero es verdad, las formas son las formas.

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