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DOS MUJERES Y UN DESTINO por Francisco J. Fernández-Pro

DOS MUJERES Y UN DESTINO por Francisco J. Fernández-Pro
septiembre 02
15:26 2013
Francisco J. Fernández-Pro

Francisco J. Fernández-Pro

Qué absurdo resulta el Destino cuando sirve a los intereses de la ignorancia y la Telebasura.

Estos días, en los programas de las televisiones con mayores índices de audiencia, nos han recordado el aniversario de la muerte de Diana Spencer, aquella niña pija metida a princesa que nunca cuajó porque, educada desde que nació en una vida regalada y egocéntrica, nunca quiso aceptar las obligaciones y las renuncias que llevaban aparejadas el cargo que aceptó tan alegremente. Aunque ser princesa también suponía muchos privilegios a los que no renunció y que supo utilizar siempre. Por eso, y a pesar de su falta de compromiso, consiguió la admiración popular a través de un victimismo estudiado, que hasta la llevó a realizar en una entrevista televisada, un despiporre integral e irresponsable, que dejó en paños menores a toda la familia real británica, empezando por su marido y acabando por las alegres comadres de Windsor.

Más el Destino -que muchas veces resulta así de caprichoso- quiso que, por las mismas fechas, también nos dejara otra mujer: Teresa de Calcuta.  La antítesis misma de la ética, la estética, el compromiso, el cielo y la tierra de Lady Di. Tantas eran las diferencias de la una y de la otra (de la una sobre la otra), que ni siquiera entro en la relación por apabullante.

Sin embargo, cumpliéndose el mismo aniversario, de la muerte de la Santa de Calcuta, de aquella increíble mujercita que buscó y halló su reino de Servicio, de Entrega y de Amor, entre los pobres y los enfermos de los infiernos más infestos de las calles de la India, nadie ha dicho nada.

Lady Di imperó sobre los focos mediáticos y el papel cuché; se rodeó de fotógrafos y campañas publicitarias teñidas –quizá por la necesidad de justificarse- de un humanismo de escaparate; y todo, sin darse cuenta de que, al final, quien vive de la imagen, por la imagen muere.

Teresa de Calcuta, sin embargo, reinó (que ella sí que fue una reina emperatriz) sobre las vendas de los  heridos, las llagas de los leprosos, las caricias a los niños y los rincones más oscuros del dolor de los otros… y se marchó en paz.

El Destino mamón quiso que las dos mujeres murieran casi a la par. Sus aniversarios casi se tocan, y lo malo es que el tiempo en los telediarios anda medido… ¡Qué injusto es el Destino cuando es injusto!

Me jode que hoy las audiencias sólo tengan la imagen de la sonrisa estudiada de una niña bien. Siento, con la indignación más profunda, un terrible nudo en el estómago. Creo que, con la Madre Teresa, la Salsa Rosa se nos ha cortado.

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