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Hoy DÍA MUNDIAL DEL TEATRO. Mensaje Internacional por el dramaturgo alemán Tankred Dorst.
Foto: Tankered Dorst

 

Siempre de nuevo nos planteamos la pregunta de si el teatro sigue aun teniendo vigencia. Durante dos mil años el teatro sirvió al mundo de espejo, planteaba la situación del hombre. La tragedia reflejaba la vida como destino fatal, y la comedia muy a menudo también. El hombre estaba plagado de defectos, erraba de un modo fatal, se encontraba en pugna con sus circunstancias, ansiaba el poder y era débil, pérfido y naif, tenía la inocente alegría del ignorante y enfermaba de Dios.


Ahora oigo decir que nuestra vida ya no es abarcable con los medios tradicionales del teatro, ni con la dramaturgia tradicional, y por lo tanto ya no sería posible contar historias.

En su lugar: textos de diversa índole, ausencia de diálogos reemplazados por enunciados y declaraciones. Ninguna acción dramática. En el horizonte de nuestras vidas emerge ya otra especie humana muy diferente: seres clonados y manipulados genéticamente a deseo y según intención. Este nuevo tipo de hombre infalible –si lo hubiere– no precisaría ya del teatro como nosotros lo conocemos. Los conflictos que en él se ven planteados, le resultarían ininteligibles. Pero el futuro no lo conocemos. Creo que deberíamos con toda la fuerza y todo el talento que nos ha sido dado –por quien no sabemos– tratar de defender nuestro presente maligno, bello y lleno de imperfecciones, nuestros sueños irracionales y nuestros esfuerzos en vano, contra el futuro incierto. Los medios de que disponemos son abundantes: el teatro es un arte impuro y en ello radica su fuerza vital. Utiliza sin miramientos todo lo que se le pueda cruzar por el camino. Siempre traiciona sus propios principios. Se sobreentiende que no está a salvo de las modas vigentes de la época, se sirve de la imaginería de otros medios, se expresa a veces con lentitud, otras con vivacidad, tartamudea, enmudece, es exagerado, extravagante y banal, se esquiva, fulmina historia y no obstante las cuenta. Estoy esperanzado de que el teatro siempre de nuevo se llena de vida, en tanto que los hombres sienten la necesidad de presentarse y mostrarse mutuamente como son y como no son y como deberían de ser. Si ¡que viva el Teatro! Pues es uno de los grandes inventos de la humanidad, grande como el invento de la rueda, como el dominio del fuego.

Información facilitada por: José Diego (A la Sombrita)