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MUNDO HOY
Martín Tinajero, el soldado santo de los conquistadores hacia mediados de 1500, era natural de Écija. (1ª parte)

Pintura: Philippine Welser ante el archiduque Fernando


Si hay algo por lo que se caracteriza internet es por la cantidad de sorpresas con las que te puedes encontrar buscando algún tipo de información. Son muchas las personas naturales de esta ciudad de Écija que a lo largo de la historia han destacado mas allá de nuestras fronteras y que quizás no hemos llegado a conocer nunca.

En la época de los conquistadores hubo un ecijano, a caballo entre la historia y la leyenda, que debo confesar no había escuchado hablar de él hasta que cierto día me topé con su nombre y decidí apuntarlo en mi agenda particular para investigar en un futuro sobre su persona. Localicé hace unos días este apunte y sin darme cuenta quedé enredado en la red de redes buscando información relativa de su paso por la historia. Como supongo que hay muchas personas que no habrán tenido ocasión de escuchar hablar de él, pongo aquí algunos retazos y páginas que pueden servir para indagar y conocerlo de forma más particular.

En cuanto a su biografía, he tomado como referencia la información del Diccionario de Historia de Venezuela. 2da Edición. Caracas: Fundación Polar, 1997. Tomo IV, página 47, (Manuel Pérez Vila)

Nació en Ecija (España), en fecha desconocida, y falleció en el estado Zulia, Venezuela, en septiembre 1536.


Soldado de las huestes de los Welser. Su nombre legendario se ha convertido en un símbolo del espíritu religioso del conquistador. El nombre de Martín Tinajero no figura en ninguno de los documentos coetáneos que se conocen, ni tampoco en los registros de la Real Hacienda o en los «Libros de Cuentas de Bienes de Difuntos» que se llevaban en Coro de 1529 a 1538; por consiguiente, su presencia en la jornada que Nicolás de Federmann realizó al interior de la actual Colombia sólo puede deducirse de lo que los cronistas coloniales fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón (a quienes siguió luego José de Oviedo y Baños) escribieron acerca de la vida y la muerte de este conquistador. La expedición alcanzó la región de Río Hacha a mediados de 1536; ante las dificultades que se le presentaban, Federmann decidió regresar directamente a Coro y ordenó al grueso de la hueste que marchase al mando del capitán Diego Martínez hacia los llanos de Carora; los resultados de esta jornada fueron desastrosos: en un informe de 1541 se decía que la «…armada de los alemanes (...) se perdió y murió la más gente de sed y de hambre…» En medio de tantas penurias, según relatan los mencionados cronistas, los miembros de la hueste observaron lo «bien y cristianamente» que vivía Martín Tinajero, quien a pesar de hallarse enfermo no se quejaba, y cumplía sus obligaciones de soldado.

Entre éstas, ir en busca de comida. «…En esta salida», escribe Aguado, «le aquejó cierta enfermedad que tenía de que murió, y fue enterrado por sus compañeros en un hoyo o concavidad que en invierno había hecho el agua y cubierto el cuerpo con tierra, y dejándolo así se volvieron con su provisión o mantenimiento al campo; y dende a ciertos días se ofreció ir gente otra vez aquella propia parte donde el cuerpo de Martín Tinajero estaba o había sido enterrado; y queriendo ver los españoles si los indios habían andado con o lo habían desenterrado, hallaron que estaba el cuerpo algo descubierto y le salía un cierto olor muy suave y agradable y con tanto ímpetu que más de cincuenta pasos a la redonda ocupaba el campo, y admirados de aquella maravilla se volvieron sin llegar a él, porque estaba cubierto de una gran multitud de abejas de las que crían miel, y muchos, por lo que de aquel hombre conocieron y por lo que después en su cuerpo muerto vieron, juzgaron ser algún bienaventurado; mas como nuestros españoles y su capitán y caudillo llevaban los ojos puestos en las riquezas que deseaban haber, no curaron de examinar aquel caso ni ver si eran dignos de llevar consigo aquel cuerpo o darle eclesiástica sepultura…» Fray Pedro Simón, quien en esta parte se basa en fray Pedro de Aguado, hace un relato similar en lo sustancial, y comenta: «Volvieron con estas nuevas al real [al campamento de la hueste], con que todos juzgaron [refrescando las memorias de las costumbres y vida que habían conocido en él, en toda la suya], que había sido un gran siervo de Dios». Aunque en ninguna de las fuentes se señala el lugar ni la fecha en que ocurrió su muerte, ha de haber sido en la región situada al sur del lago de Maracaibo hacia septiembre de 1536.

Página: HISTORIA DE VENEZUELA

(Continuará)

Información: Juan Palomo - Ciberecija (07/01/2006)