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ROMANCE DE LOS CIEN DÍAS por Francisco J. Fernández-Pro

ROMANCE DE LOS CIEN DÍAS por Francisco J. Fernández-Pro
septiembre 11
08:35 2018

Siendo tiempo de balance,

fijado el hito o mojón,

ya pasados los cien días

de aquella ilusa moción

con la que quiso intentarse

gobernar esta nación

con ochenta y pocos votos

y una mezcla a mogollón,

ya es hora de hacer las cuentas

y saber lo que pasó:

 

Se aumentaron los ministros,

los cargos de relumbrón

y olvidaron sus promesas

de una nueva votación

en la que el Pueblo pudiera

decir que sí o que no,

 

A más cargos, hay más gastos,

además está el avión,

los muebles que hay que cambiarlos,

los socios de la moción,

los gastos del PNV

y el coste de Puigdemont.

 

A Iglesias hay que pagarle

su cuota en televisión,

a Torra mandarle presos

a hoteles hechos prisión…

 

Cien días de pura juerga

y el empleo de bajón…

y, con el bajón, el paro;

con él, la cotización;

y, sin ella, los ingresos

que dan pan al español.

 

¿Dónde están los sindicatos?

¿Por dónde se les oyó

hablar de este paro amargo

que ha cien días que empezó?

(sólo se escuchó al de putas

y pronto se le calló)

 

Iglesias lo tiene claro:

si su amigo quiere avión,

helicópteros de pago,

programa en televisión

y mantenerse en los votos

de esta triste coalición,

tiene que seguir mamando

teta de la sinrazón:

 

El dinero, si es que falta,

se repone sin pudor:

que, poniendo más impuestos,

se recauda de un tirón:

la luz subieron de golpe

-y, por eso, este apagón-:

a los bancos sus caudales

(del ahorro y la pensión);

a los empresarios grandes

-mientras más grandes, mejor-,

aunque sean los que ofrezcan

su pan al trabajador;

a los valientes autónomos

se sangran sin compasión;

y, para colmo de colmos,

nos suben de sopetón

el impuesto del gasoil

(que es subir al por mayor

todas las cosas que vienen

en la panza de un camión)

 

Cien días de mil promesas

y ninguna solución;

cien días yéndose al pairo

esta España sin timón

que, cada vez, es más débil

y sufre más descontrol

allá por las tierras nuestras

del catalán español,

que siguen con embajadas,

medios que tan suyos son

-y que sólo se hacen eco

de amarillo reventón-,

sueldos y dietas de infarto

y fácil colocación.

 

Ya pasados los cien días,

yendo de mal en peor,

cualquiera comprenderá

la verdad de la cuestión:

aunque abunden las gallinas,

un corral no es un filón

para que cuatro gallitos

se coman un tortillón…

que hasta el gallo más pintado,

acaba en el asador.

 

Más rizando ya los rizos,

tal ha sido el culebrón,

que han hecho huesos de santo

con huesos de un dictador,

pues lo único que hizo

este grupo tan torpón,

en el hito de estos días

es comerse ese mojón:

Pues estando tan tranquilito,

tan hondo en su panteón,

tan olvidado y tan lejos…

¡a Franco resucitó!

 

Visto lo visto en cien días

de aquella ilusa moción,

si hubiera votado el Pueblo

hubiera sido mejor.

 

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