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EL VALLE DE LOS CAIDOS (III): LA TUMBA DE FRANCO por Francisco J. Fernánez-Pro

EL VALLE DE LOS CAIDOS (III): LA TUMBA DE FRANCO por Francisco J. Fernánez-Pro
agosto 06
12:37 2018
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

En un artículo reciente, que publiqué en Ecijaweb con el título “Los Desenterradores”, confesé mi convicción de que estos individuos de la (des)Memoria Histórica, responden exclusivamente a la torpeza o a la ignorancia del sectarismo cateto. Lo que está claro que esta gente no sabe una mijita,  ni de psicología ni de Historia.

Decía entonces, que estos que cobran tanto por pertrechar inventos tales -cada vez más desatinados y absurdos-, antes de meterse en el asunto del Valle de los Caídos, deberían haberse informado antes sobre sus circunstancias y sus protagonistas. Yo lo hice sólo durante un par de semanas y ya ven ustedes para el carrete que me está dando.

En aquel artículo decía que sacar a Franco del Valle de los Caídos para enterrarlo en otro sitio, me parecía un mal invento ya que eso, para los extremistas, era crear un nuevo punto de referencia para el culto, ya que el del Valle permanecerá; pero, además, ahora tendrán el del nuevo enterramiento.

Luego comentaba que Franco había previsto éste en el cementerio del pueblo de El Pardo, para lo cual había comprado una parcela (donde está enterrada su señora); habiendo, incluso, desechado un proyecto de panteón familiar por “demasiado grande” (cosas de un gallego tan austero).

Con todo –decía también en aquel artículo-, hubo algo que Franco no pudo controlar: lo que pasó durante su estado de coma; ya que, estando inconsciente y no pudiendo decidir, fue Arias Navarro y su Gobierno los que le pidieron al, entonces Jefe de Estado en funciones, el Príncipe Don Juan Carlos, que solicitara al abad benedictino del Valle de los Caídos, Don Luis María de Lojendio e Irure, su permiso para el enterramiento en el mismo. Cosa que, al no estar prevista, obligó a obrar –en doce días- un hueco en la parte trasera del presbiterio. Más como tampoco había prevista lápida alguna, se recuperó una que, en su día había sido  desechada para el enterramiento de José Antonio en 1959; por lo que la losa que cubre la tumba de Franco, está inscrita en su reverso con el nombre del fundador de la Falange.

Este hecho no habría tenido nada de particular –informaba en aquel artículo- si no fuera porque Franco y José Antonio se sentían mutua antipatía y porque cuando el destacadísimo falangista Serrano Súñer, le dijo a su cuñado que, de haber vivido José Antonio, el caudillo tendría que haber sido él y no Franco, éste tomó cartas en el asunto y se dedicó a maniobrar sibilinamente para desmantelar la poderosa Falange fundada por José Antonio y que, sin duda, podía convertirse en su mayor escollo para afianzar el poder.

Manteniendo la intención de las dos primeras partes de este artículo, en las que he pretendido mantenerme en los márgenes de los datos más fidedignos evitando, en la medida de lo posible, manifestarme sobre ellos, limitándome a dejarlos sobre la mesa para invitar a la reflexión del lector, y evitando –por tanto- el debate que, previsiblemente, debía generarse con esos “especialistas de la (des)Memoria Histórica”, que insisten en el hecho de que, con la construcción del Valle de los Caídos, lo que realmente trataba Franco era de crear un Monumento-Mausoleo para su propia persona, dejo ahora otros datos que, creo, podrán ser esclarecedores sobre este asunto y que, a mi entender, desmienten rotundamente esta hipótesis.

Mi querido Amigo Genaro Chic, me remitió hace un tiempo dos amplias y magníficas reseñas de obras que, de alguna forma, desentrañan la tensa relación de Franco con la Falange y cómo llevó a éste a su progresivo desmantelamiento. Los autores de estos textos, son dos refutados investigadores, nada sospechosos: Javier Tussell, que escribió “FRANCO EN LA GUERRA CIVIL. Una biografía política”; y mi admirado José M. Cuenca Toribio, autor de “Nacionalismo, Franquismo y Nacionalcatolicismo”,

Estos autores ponen de manifiesto –como muchos otros antes y por enésima vez-, por un lado, la crispada relación mantenida por la Falange con la CEDA y la posición de José Antonio Primo de Rivera en materia religiosa (el punto 25 del programa de la Falange, acordado en 1934, manifestaba, textualmente sobre la relación Iglesia – Estado, queconcordarán sus facultades respectivas sin que se admita intromisión ni actividad alguna que menoscabe la dignidad del Estado o la integridad nacional). La religión, pues, debía relegarse a las sacristías y al ámbito individual de cada conciencia y dejarle a los estratos so­ciales “penetrados de la gravidez de la hora histórica” la construcción del Estado.

Esta clara disposición se tradujo en una disputa por la formación y control de la ju­ventud, donde se enfrentaron abiertamente la Iglesia docente española y la Falange, como había ocurrido en los periodos anteriores con los grupos políti­cos e ideológicos partidarios de la educación pública con carácter uniformador y laico.

Los falangistas creían que, tras la Gran Guerra, las fórmulas religiosas conserva­doras estaban anticuadas, debiendo convertirse los movimientos políticos, impregnados de un sentimiento nacional y un ímpetu revolucionario, en los verdaderos protagonistas de la historia. Buena muestra de lo expuesto, fueron las proclamas de Ramiro Ledesma Ramos, en 1931: “¡Viva el mundo nuevo del siglo XX! ¡Viva la Italia fascista! ¡Viva la Rusia soviética! ¡Viva la Alemania de Hitler! ¡Viva la España que haremos! ¡Abajo las democracias burguesas y parlamentarias!” (“La Conquista del Estado”, nº 4)

Con estos antecedentes, el conflicto entre Iglesia la y el Estado estaba servido y así estuvo a punto de ocurrir en el primer gobierno de Franco. Conflicto en el que el propio general tuvo que intervenir, pues él -militar y católico acérrimo- soñaba con la reconstrucción de una Patria imbuida en el Espíritu de la España Unida, Católica e Imperial de los Reyes Católicos y sus descendientes (de ahí la apropiación de unos símbolos –el yugo y las flechas, el águila imperial de San Juan,…-  que NUNCA FUERON FRANQUISTAS).

Desde el primero momento de su liderazgo, Franco se encontró con tres distintas posiciones, enfrentadas entre sí: la del Tradicionalismo que pretendía el restablecimiento del Trono y el Altar (Dios y Rey), el del conservadurismo clásico que, aún siendo católico, se distanciaba de cualquier vaticanismo; y, sobre todo, la de Falange que, como hemos visto, sin prescindir del factor religioso, pretendía marginarlo de lo político y que, por su activismo y su arraigo popular, resultaba el más molesto de los tres y el que con mayor frecuencia presentó puntos de fricción con el caudillo.

Franco maniobró fusionando la Falange con los Tradicionalistas y creando la F.E.T., su propia Falange Española Tradicionalista (cuyo uniforme era el de la camisa azul de falange y la boina roja de los requetés carlistas). Luego, poco a poco, fue restando autoridad y desmantelando la Falange que tantos problemas podía ocasionarle a la hora de desarrollar el proyecto que deseaba de un Estado fuertemente arraigado en el Nacionalcatolicismo.

El Decreto de Unificación de 19 de abril de 1937, por el que Franco creó la FET, provocó una fuerte reacción de la Falange que comprendió que, con este invento, el franquismo nunca aplicaría los principios de la ideología nacional-sindicalista (fascista). Quién más se opuso al Decreto fue el sucesor de José Antonio, Manuel Hedilla, el cual llega a unos extremos que provoca la reacción de Franco, que lo condena a muerte, aunque después anula la orden..

          En diciembre de 1939, los falangistas tratan de reconstituirse en una “Falange Auténtica”. En las reuniones de sus dirigentes se plantea –para el 1 de abril de 1941-. el asesinato de Ramón Serrano Súñer y Franco; pero en el último momento abortaron el plan. Poco después, algunos de los conjurados serían fusilados por el Régimen, así como otros falangistas.

Finalizada la guerra, los herederos de José Antonio, crean el “Grupo de Burgos”, que promueve o participa en acciones de enfrentamiento contra el régimen o el propio dictador, como los incidentes de la Universidad de Madrid en 1956. En este grupo se encuentran personalidades como Dionisio Ridruejo, poetas como Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales, novelistas como Gonzalo Torrente Ballester y filósofos como Pedro Láin Entralgo o Eugenio D’Ors.

Sin embargo, Franco comprendió que nada de esto debía trascender, dado el papel de la Falange durante la contienda y su arraigo popular; quizá, por esto, convirtió a José Antonio, el “Ausente”, en un verdadero mito (calles, plazas, monumentos y, finalmente, enterramiento en el Valle de los Caídos)

No obstante, al final, el Destino (y no Franco) quiso que el dictador fuera enterrado, justo al lado del fundador de la Falange y bajo una lápida grabada, justo delante de su cara, con el nombre de aquel joven de 33 años que, aún muerto, llegó a ser –a través de sus seguidores- su mayor adversario potencial.

Finalizo esta tercera parte –y última- de mi artículo, declarando la misma certeza que, visto lo visto, declaré en el artículo de marras: “…si estos desenterradores ignorantes sacan a Franco de donde está para enterrarlo, definitivamente, al lado de su señora, en su panteón familiar, el mayor alegrón se lo van a dar al muerto”.

 

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3 Comentarios

  1. JUBILADO
    JUBILADO agosto 08, 22:52

    Pues yo, francamente, no veo motivo para que se genere tanto alboroto con el traslado. Y más, cuando tal traslado es la voluntad mayoritaria de la Camara Baja.Pensemos que irá a descansar donde siempre quiso. Además sus partidarios ya no tendrán que ir a manifestarle pleitesía a un lugar que es de todos los españoles. Podrán hacerlo en su panteón privado, y si les apetece, partirse la frente con las genuflexiones, a modo egipcio. No vayamos a hacer del cumplimiento de la Ley, un modo más de confrontación, con los problemas que hay en España.

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    • francisco fernández-pro
      francisco fernández-pro agosto 09, 02:18

      Amigo JUBILADO, como ha podido leer, mi intención ha sido, exclusivamente, hacer una reflexión -con datos los más fidedignos posibles- sobre este asunto que, para mí, resulta curioso y digno de reflexión.
      Pero creo que podría dar para una tesis sociológica las reacciones -¡tan viscerales!- que han provocado estos artículos en algunas personas (si entra en el muro de facebook de ECIJAWEB, podrá comprobarlo).
      Es triste que, hoy en día, en nuestro país manifestarse (aunque sea lo más objetivamente posible), sobre este asunto u otros parecidos, pueda resultar tan estrepitoso (por no decir, peligroso).
      En cuanto a su opinión, como tantas otras veces, estoy absolutamente de acuerdo con usted en su mesura y en su criterio. Además, ya digo en mi artículo que lo que sí sé, es que el favor se lo van a hacer al muerto…
      Un saludo muy cordial desde sus torres.

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  2. jose
    jose agosto 13, 17:56

    Bien por usted señor pro tiene usted una pluma envidiable, no todos podemos decir lo mismo,pero lo que no me gusta es que se mete usted con los desmemoriados, digaselo a los que estan enterrados en la fosa comun que hay en el cementerio , o a aquellas mujeres que despues de la guerra la raparon y le dieron aceite de recino y eso se hizo tambien aqui, no son desmemoriado son victimas,este animal fue un asesino, A LA CUNETA CON EL,y que me dice del otro animal asesino queipo de llano enterrado enla macarena ,este que salvo a sevilla y que mato a 500000 andaluces y a BLAS INFANTE , esa iglesia que permite tener a un asesino , no somos desmemoriados ,
    salud y republica

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