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EL POETA, EL OLMO Y LAS GEMELAS por Francisco J. Fernández-Pro

EL POETA, EL OLMO Y LAS GEMELAS por Francisco J. Fernández-Pro
agosto 22
10:25 2014
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Hay conversaciones de las que, muchas veces, surgen los milagros (o, al menos, eso creo yo, que pienso que cada oportunidad puede ser un milagro…) Hace unos días me ocurrió en una charla que mantuve con mis buenos Amigos Juan Méndez Varo y Fernando Martín Sanjuán.

Fernando nos hacía notar la casualidad de que el desgraciado rayo que cayó en una de las torres Gemelas (uno de los Templos que fue dedicado por los ecijanos a la Inmaculada Concepción de María), lo hubiera hecho, precisamente, el día de San Juan –que tanto tiene que ver con el fuego y el Sol de nuestro escudo- y, además, en este año en el que Écija iniciará la celebración del IV Centenario de la proclamación del Voto Inmaculista. Parecía –decía Fernando- como si el Cielo hubiera querido advertirnos de la necesaria restauración tan postergada.

Instintivamente relacioné estos paralelismos –que parecen Providencia-, con otro hecho que está ocurriendo justo en la ribera de nuestro Genil y que, como en el caso de las Gemelas, tiene mucho que ver con la desidia que a veces padecemos a la hora de mantener y conservar nuestro riquísimo y variado Patrimonio. Me refiero al olmo negro que anda pudriéndose al ladito mismo de nuestro Puente árabe.

Teniendo en cuenta los años que estos árboles pueden vivir (hay uno en Illescas que ronda los quinientos), está claro que la sombra de este nuestro que se nos muere, pudo ser la que cobijara al Cojuelo y a Don Cleofás cuando, en el imaginario verano de 1641, mantuvieron su celebérrima conversación, justo a la entrada del Puente (“Ésta es Écija, la más fértil población de Andalucía…”) Sin duda, esa sombra pudo ser, también, la que calmó la caló a tanta gente inmigrante, que respondió a la llamada que, nada más iniciar el último tercio del siglo XVIII, realizaron Carlos III y Pablo de Olavide para habitar las nuevas poblaciones de Andalucía y que, en la última etapa de su viaje, hacía parada justo en la ribera de nuestro río… Y, al hilo de todo esto, recordé que cuando, en 1.987, pronuncié el primer Pregón de nuestros Carnavales en el añorado Teatro Cabrera, escribí: “… y hasta creo que los árboles del parque imaginan, a veces, ser una torre en nuestra Écija; aunque a la torre –harta ya de tanta inmovilidad- seguro que le agradaría disfrazarse de árbol para mecerse con el viento…”.

Después, siguiendo con los paralelismos, acabé rememorando los versos que Antonio Machado –el hermano de Don Manuel- escribió cuando Leonor se moría y observó cómo a un olmo del Duero le habían brotado unas pequeñas hojas verdes de esperanza: “Al olmo viejo, hendido por el rayo / y en su mitad podrido / con las lluvias de abril y el sol de mayo / algunas hojas verdes le han salido / (…) /  Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera.”

Pienso que esta torre de las Gemelas y este olmo del Genil, se merecen una esperanza, porque sirvieron bien durante muchísimos años a los ecijanos y le debemos el respeto agradecido de lo nuestro. Estamos obligados -por la Justicia de siglos regalados- con quien tan bien nos ha servido. Patrimonio son esta torre y este árbol, y como algo que es tan de todos hay que tratarlos. Los ecijanos estamos obligados a responder a sus agonías.

Yo, por mi parte, hago lo poquito que puedo y escribo letras para que se entere quien quiera leerme porque, teniendo Amigos como Juan y como Fernando, confío en lo mucho que pueden hacer los ecijanos de bien y sigo esperando -de la Conciencia de este Pueblo- el milagro de la Primavera.

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2 Comentarios

  1. diego
    diego agosto 22, 12:13

    Caray, yo si fuera gobernante haría lo posible por salvar el olmo, pues me temo que la ciudadanía, a partir de este excelente artículo, va a unir el futuro del árbol con el de la autoridad competente que pudiera hacer algo por él.

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  2. Paco Fernández-Pro
    Paco Fernández-Pro agosto 22, 16:59

    … y, además, en el caso del olmo, existe un condicionante extra y una ventaja importante.
    El condicionante es que, en el caso del árbol, se trata de un problema de vida o muerte; y, si no lo salvamos, lo perderemos definitivamente.
    La ventaja, es que las medidas para evitar que eso ocurra, podrían ser muchísimo más baratas de lo que se piensa.
    Un saludo cordial.

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