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Aparecen en Écija restos de cerámica tartésica y fenicia en las excavaciones arqueológicas del 'Alto de San Gil'

Fotografía: el arqueológo director de la excavación, Segio García-Dilz, durante la extracción de la cerámica tartésica y fenicia.

 

La excavaciones arqueológicas del ‘Alto de San Gil’ están desvelando, a medida que van avanzado, importantes secretos de la historia de Écija desconocidos hasta ahora. El último hallazgo se ha producido hace sólo unas días y ha sido el de la constatación de la existencia en el interior de una pileta ritual de época tartésica datada en el siglo IV a. de C. de restos de cerámica tartésica y fenicia.

La cerámica pertenece a diferentes piezas, que, aunque están fragmentadas se conservan íntegras por lo que permitirá su posterior reconstrucción por el equipo de restauración del Museo Histórico Municipal.

Según explicó el arqueólogo director de la excavación, Sergio García-Dilz, “la cerámica se ha extraído y se tomarán restos óseos, de polen etc., para fijar con más seguridad en el tiempo la pileta que tiene revestimientos de cal que demuestran un uso hidráulico y la propia cerámica que presenta mucha decoración y colores vivos muy fuertes típicos de la época tartésica y de los fenicios”.

El arqueólogo destacó que la buena conservación de la pileta y de la cerámica se debe a que con posterioridad se selló en otras épocas históricas y se edificó encima, sin llegar a destruirla, “por lo que su estudio será muy interesante en todos los aspectos y porque la gran calidad de la cerámica apunta a que su uso igual que la pileta era de tipo ritual”.

Ahora mismo los trabajos arqueológicos del ‘Alto de San Gil’ se encuentran, al margen de las catas en las que se ha llegado a la época tartésica en el siglo VIII a. C., en la fase de excavación en extensión de las estructura de los siglos XIV y XV correspondiente a la época Almohade en la que se edificó buena parte de la muralla que dio origen a un rudimentario castillo de tipo defensivo.

Precisamente, uno de los últimos descubrimientos en la excavación ha sido el del pozo del que al parecer se abastecía el interior del recinto militar islámico. Este pozo está situado en la parte más alta del cerro y está taponado por la tierra, aunque los arqueólogos estiman que podría tener una profundidad de al menos 15 metros de fondo.

La excavación promete, cuando de nuevo alcance los niveles romano, ibérico y tartésico, desvelar nuevos secretos de la, ahora conocida gracias a estos trabajos arqueológicos, como ‘Écija Trimilenaria’.

Información: Vicente Córdoba (Prensa Écija)