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ÉCIJA
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En Écija nació Francisco de Huertas, un bandolero de la nobleza.

Pintura: Bandoleros


UN TRABUCO Y UN CABALLO: LA ANDALUCÍA DE LOS BANDOLEROS

Los relatos de bandoleros son apasionantes pero está visto que el marketing no es el fuerte de los españoles: a Robin Hood le conocen hasta los chinos, pero ¿quien ha oído hablar de "los 7 niños de Écija" allende nuestras fronteras?

Un recorrido a través de las sierras andaluzas, donde los bandoleros acampaban a sus anchas, es una gran oportunidad para conocer lugares como la bellísima sierra de Grazalema.

Hemos visto películas y leído mil veces las correrías del famoso Robin Hood, que los ingleses han sabido mitificar. Sin embargo, nosotros a veces nos olvidamos de los legendarios bandoleros temidos en días pasados en las sierras andaluzas, mucho más antiguos y con historias más apasionantes que los insulsos colonos americanos.


José María "el Tempranillo", Diego Corrientes, Juan Caballero, "el Tragabuches" o los 7 niños de Écija, viven aún en las coplas y en sus recuerdos dispersos por toda Andalucía. Aquí hubo bandoleros toreros, cantaores de flamenco, conquistadores de mujeres, bandidos sanguinarios y hombres de bien a los que la mala suerte y las circunstancias empujaron a los caminos.


Seguir sus pasos entre las Sierras de Cádiz y Málaga y por los caminos que cruzan las campiñas de Sevilla y Córdoba puede servir de pretexto para recorrer una ruta cargada de sabor, aunque en muchos lugares apenas queden huellas reales de estos personajes.


Una parte del recorrido comienza en Sevilla, con sus tabernas y alguna plaza pública donde eran ajusticiados los bandidos, pero tal vez lo mejor sea ir al centro geográfico del bandolerismo, en la zona conocida como "los Santos Lugares": los pueblos de las campiñas de la provincia de Sevilla y de su frontera con Córdoba. En Estepa, Osuna, Ecija y los pueblos de los alrededores vivieron los más famosos bandoleros de todos los tiempos. Diego Corrientes era de Osuna, José María "el Tempranillo" de Lucena, Andrés López (el Curro Jiménez de la televisión) de Cantillana, cerca de Sevilla, y Joaquín Camargo "el Vivillo" era de Estepa.


Estepa es hoy un pueblo de casas blancas, famoso por sus polvorones y mazapanes. De la época de los bandoleros mantiene la torrecita de la calle Amargura donde vivió un hombre que hizo fortuna guardando el dinero a los bandoleros. También se conservan las cuevas de las afueras del pueblo en las que se refugiaban los perseguidos y la casa de Juan Caballero, que conserva sus iniciales en la puerta. El recuerdo más sorprendente es el del camarín de la Virgen de los Bandoleros, en la iglesia del Dulce Nombre, al que acudían muchos bandidos a implorar ayuda a su patrona. La imagen lleva aún joyas muy valiosas donadas por sus devotos bandidos, como los anillos regalados por El Vivillo y por Juan Caballero que adornan sus manos.


Si vamos a Osuna, cuna de Diego Corrientes, el bandido que nunca mató, nos encontraremos con otra de las grandes ciudades bandoleras, con el atractivo de sus bien conservados monumentos: la colegiata del siglo XVI con los sepulcros de los Duques de Osuna, la antigua Universidad, los conventos de la Encarnación y de la Concepción y la torre cartaginesa del Agua.


En Ecija, la ciudad de las torres, nació Francisco de Huertas, un bandolero de la nobleza a cuya ejecución asistieron todas las autoridades del pueblo, incluido el obispo. Pero Ecija es famosa sobre todo por la banda de los "Siete niños de Ecija", que en realidad fueron muchos más y la mayoría no eran de esta población.


De las campiñas sevillanas, la ruta nos lleva hacia las serranías, en las que nuestros forajidos solían ocultarse. Desde Arcos de la Frontera hacia el Oeste se puede seguir una ruta tras sus pasos que nos conducirá por bellísimos paisajes hasta las sierras de Grazalema y Ubrique.


Dicen que el primero era el pueblo preferido por el Tempranillo, que eligió su iglesia para casarse. Muy cerca de él hay que visitar el Parque Natural de Grazalema, la zona más lluviosa de España y donde crecen abetos y pinsapos, una especie de abeto mediterráneo reliquia de la última glaciación alpina, aparte de que posee una fauna estupenda.


Al sur, está Ronda, el rincón de Andalucía que mejor conserva la atmósfera romántica de los bandoleros de siglos pasados y uno de los pocos lugares que ha comenzado a rentabilizar la leyenda del bandido andaluz. Hablar de Ronda es hablar del poeta Rilke, que se alojó en el hotel Reina Victoria, y también de los viajeros ingleses de los siglos XVIII y XIX que tejieron alrededor suyo una aureola de leyendas románticas donde toreros y bandoleros eran protagonistas y héroes.


Ineludibles la Plaza de Toros de la Real Maestranza, la más antigua de España y la única con barreras de piedra, y la del Tajo tallado por el río Guadalevín y cruzado por su famoso puente, dicen que en uno de sus balcones estuvo preso "el tempranillo". En el Museo Histórico Popular del Bandolero, en pleno casco histórico, se puede completar una parte del recorrido por esta parte intrépida y romántica de la historia.

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Información:Pedro Madera - Viajar - Escrito el 8-Diciembre-2000 (14/01/2007)